La citita literaria (VI) – José López Rubio: Roque Six, 1927

«(…)Se llevó un pan más pequeño, que tenía los bordes como moños de mujer. El panadero, al verlo marcharse, le compadeció. El hambre de un señorito da más lástima que el hambre de un pobre. Hasta a los mismos pobres les da lástima.

Roque se llevó el pan, oculto en la americana, abultándole el pecho, hasta que llegó a un petril del puerto viejo, desde donde se veía el mar, el mar que triplicaba las luces en el temblor de su superficie.

Allí, abriendo bien, separando con fuerza la cohesión de la miga blanca, pedazo a pedazo, Roque se comió el pan. Mejor, Roque volvió al pan.

El pan es un poco nuestro padre y, a veces, hay que volver a él, comerlo solo, pellizcando en la miga apretada y fresca.

¡El pan! Nos hemos olvidado del pan de nuestra infancia, del que nos daban a pedazos para la merienda y que comimos a boca llena, haciéndolo una bola en la garganta, mordiendo la corteza, que daba de si, como una goma. Aquel pan sabía a pan, y lo comíamos con calma, en un descanso del jugar, mirando al cielo y sacando la barbilla al tragar, mientras escatimábamos para lo último la corteza, y para más lo último la onza cuadrada de chocolate, que fue el ladrillo de nuestro crecimiento.

No hemos vuelto a tener, desde entonces, hambre de pan ni sabor de pan, porque no lo hemos vuelto a comer a dentelladas fuertes y bocados grandes, con toda la boca. La miga se aprieta como una esponja y tiene agujeros como ella. En la corteza hay unos alfilerazos, para que se vaya el humo, sin duda, cuando el pan se cuece en el horno y lo sacan luego con el remo de los tahoneros.

Se acordó Roque del pan, y de su vida, pegada a la corteza.»

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