En la cultura del remake que nos invade, los listos recrean. Y en esas reescrituras el mito se vuelve denso, barroco -toda generación intelectualiza el ocio con que creció-. Así, por ejemplo, Braid aparece como un Super Mario existencialista, y H2 como un slasher de tesis. Zombie continua con su propuesta hiperbólica de manera mucho más personal –con su habitual y fabuloso freakshow– y alejada de los homenajes al original que aparecían en la primera parte. Carpenter creó a Myers como el digno mal elemental, puro, y a Loomis como un obsesionado Van Helsing moderno; Laurie era la victima. Zombie reafirma el componente de maldición de sangre entre Michael y Laurie –mera excusa argumental en la original- y centra su historia en ella, ella es la hermana del asesino y en el universo de Zombie el mal no se personaliza, se propaga: el mal somos todos; especialmente Loomis –rueda del engranaje capitalista-, especialmente Laurie –victima de su condición genética-, especialmente quien se acerca al mal de los otros. El mal es un virus. Y Michael Myers sólo es un infectado. El mayor asesino de nuestra civilización es un producto social, carne de psicoanalista lamentable y patético; a eso es a lo máximo que podemos aspirar, es terrorífico.
Publicado originalmente en microcritic.wordpress.com el 09/06/2010